Mozn Hassan, directora del instituto Nazra en Egipto
“Los derechos de las mujeres egipcias corren
más peligro por la militarización que por la islamización”
“Hay tan pocas mujeres en el Parlamento por el
clima político previo: una cultura y entramado legal contrarios. Las candidatas
necesitan muchísimo dinero, apoyo y poder.”
¿A qué se dedica
el instituto Nazra?
Trabajamos en
diferentes ámbitos. Tenemos, por ejemplo, una academia de apoyo a mujeres que
están o que quieren entrar en política, trabajamos como mentoras de algunas de
ellas. Apoyamos también a las personas activistas que defienden los derechos
humanos de las mujeres, que no sólo son mujeres que trabajan en asociaciones u
organizaciones sino también aquellas que están luchando en el espacio público.
Trabajamos con la gente joven y con artistas, por ejemplo, con grupos de
graffiti y teatro. Nos centramos también en el debate sobre cómo se construye
la masculinidad y la feminidad.
¿Cuál es tu
opinión sobre las elecciones presidenciales que se celebraron en Egipto hace
unas semanas?
Mucha gente que
ha participado en las protestas de Tahrir está decepcionada. El resultado de la
primera ronda es deprimente: uno de los dos candidatos que pasó a la segunda
ronda es un militar, un general del antiguo régimen, y el otro un candidato de
los Hermanos Musulmanes. Al mismo tiempo, hay que tener en cuenta otros aspectos
interesantes, por ejemplo, que otros dos candidatos que fornaron parte de la
revolución obtuvieron juntos más votos que los que consiguieron Shafiq y Mursi.
Así que el resultado a corto plazo es duro y deprimente, pero a largo plazo
espero que sea mejor, en el sentido de que hay un grupo muy activo de gente que
quiere cosas diferentes y que la movilización siga adelante.
¿Temes que si
ganan los Hermanos Musulmanes implementen la sharía [ley basada en el
radicalismo islámico]?
Personalmente no
siento que la islamización de Egipto sea uno de los miedos ni amenazas
principales, aunque será muy duro si llega a pasar y es un tema importante.
Pero creo que si podemos combatir la militarización de Egipto y tratamos de
frenarla o de minimizarla al menos, las otras cosas formarán parte de la lucha
social y legal que llevamos manteniendo desde hace años.
¿Crees que
algunos derechos de las mujeres están en peligro?
Me parece que
los derechos de las mujeres están más en riesgo por la militarización del país
que por cualquier otra amenaza.
Uno de vuestros
programas en Nazra fue precisamente animar y apoyar a mujeres para las
elecciones.
Sí, trabajamos
con mujeres que no eran del centro de El Cairo. Muchas de ellas eran de lugares
alejados, así que fue toda una experiencia para nosotras y para las mujeres.
Las acompañamos sobre el terreno, trabajamos con sus asesores, con sus
partidos… Sirvió para tirar abajo estereotipos, como que todas las mujeres
políticas enfrentan los mismos problemas, que no es cierto, y para conocer y
destacar la experiencia de mujeres que no se suele visibilizar porque no son de
El Cairo o porque no pertenecen a la clase media.
Pero no
apoyasteis a candidatas del antiguo régimen
Nazra tiene como
objetivo principal trabajar sobre todo con mujeres con pocas oportunidades y
las mujeres que han estado conectadas con el régimen anterior ya se han
empoderado suficiente gracias a él, así que para nosotras no son nuestro
público objetivo, no nos necesitan.
“Lo de los test
de virginidad es uno más de los problemas, pero no el único. Mucha gente sólo
ve ese caso: parece que lo considerado como un “tema de mujeres” es algo
aislado, y que lo que pasa a los hombres es lo general”
Hicistéis
también un informe sobre las elecciones y la presencia de mujeres, ¿cuáles son
las conclusiones?
El informe está
hecho gracias a la experiencia de 16 mujeres. Principalmente decimos que el
número de mujeres que han entrado a formar parte del Parlamento es tan bajo por
el clima político previo: la cultura y el entramado legal eran totalmente
contrarios e inútiles. Dos tercios del Parlamento se llenan mediante listas
proporcionales y un tercio a través de listas individuales e independientes.
Para esta última ninguna mujer fue aceptada. Llegamos a la conclusión de que el
sistema no está hecho para las mujeres candidatas, necesitan muchísimo dinero y
apoyo y tienes que ser una mujer con mucho poder previo. Además, aunque
impusieron que cada lista debía incluir al menos a una mujer, prácticamente
todos los partidos las relegaron a los últimos puestos de las listas, por eso
el número de mujeres que salieron elegidas fue tan bajo.
En Nazra estáis
en contra del sistema de cuotas que se implementó en Egipto en 2010. ¿Por qué?
Sí, fue porque
se implementó añadiendo 64 asientos al Parlamento y no nos parece que cumpla
con la definición de cuota, que supone dar más espacio en la política para las
mujeres, en compartir, no en añadir más. El resultado fue que alrededor de 62
asientos fueron ocupados por candidatas del partido de Mubarak: fue una manera
de decir que si eres una mujer y quieres estar activa tienes que ser parte de
nosotros.
Este sistema
desapareció después de la revolución y ahora es cuando se han empezado a
introducir las listas proporcionales sin cuotas: dicen que al menos una mujer
tiene que estar en la lista, pero sin obligar a que esté en la zona más
destacada. Nuestra conclusión es que si se quiere tener a un mayor número de
mujeres electas, el mejor sistema es una lista proporcional en la que se fije
la presencia de mujeres entre los tres primeros puestos. Esto obligaría a los
partidos a contar más con ellas.
¿Crees que en
general la primavera árabe ha contribuido a mejorar la situación de las
mujeres?
A largo plazo,
sí. Los espacios y las discusiones se han abierto, ha aumentado la gente que se
ha implicado y todas estas cosas será buenas a largo plazo, aunque a corto
quizá sea duro.
¿Por qué?
Porque se trata
de una revolución, y el proceso es duro, profundo y lleva mucho tiempo.
Hay quien teme
que, a pesar de la participación de las mujeres en la primavera árabe, suceda
como en otros momentos históricos y finalmente acaben por olvidarse sus
derechos y reivindicaciones…
Uno de los
problemas que tenemos como feministas es ver y tratar de implementar una
perspectiva de género en el desarrollo de nuestros países. No se trata sólo de
vigilar la sharía o los asientos del parlamento, sino de conseguir que los
derechos se enfoquen desde una perspectiva de género y de hacer que la sociedad
conecte con los derechos humanos.
El doctor
acusado de hacer los test de virginidad a manifestantes fue absuelto en marzo,
y aún no se ha condenado a ningún militar por ello. ¿Vais a continuar con el
proceso?
Hemos sido una
de las organizaciones que apoyaron la instrucción del caso contra los
militares, pero al mismo tiempo es importante ver que los test de virginidad es
uno más de los problemas, pero no el único. Lo digo porque mucha gente sólo ve
este caso, es decir, al ser considerado un “tema de mujeres” parece que es algo
aislado, mientras que lo que pasa a los hombres es lo general, lo demás. Los
test de virginidad es un ejemplo más de lo que ha pasado y sigue pasando con
las mujeres. Nuestro programa de apoyo a las defensoras de los derechos humanos
está ayudando a las mujeres que son objetivo de los militares y de la policía,
y nuestras acciones de asistencia legal, apoyo psicológico y documentación de
casos continuarán.